martes, 15 de julio de 2008

Juventudes del ayer, los héroes

Las reuniones familiares suelen ser motivo de aburrimiento, el encuentro con algunos molestos parientes y primos (as) que de pronto han crecido tanto que lo único que atinas a decir era: "pero si estaba chiquito, ¿te acuerdas cuando yo te cargaba?".

Sin embargo, muchos han de coincidir que una de las cosas rescatables de estas juntas de parentela (no encontré sinónimos más desagradables para definirlo) valgan la pena son las anécdotas.

De esto se trata. Ayer la sra. Chavez (una tía lejana) comentaba sus épocas de juventud revolucionaria mientras el resto reía, hasta que se le escapo algo de lo que yo solo había escuchado como rumores y cuentos de la época en que el Che Guevara daba la primera vuelta por latinoamérica.

Resulta que, como solo fue durante los tiempos de juventud izquierdista, llegó Ernesto (el Che) y congregó gente en San Marcos, llegando gente de las pre y otras universidades. Era entre el año 1979 o 1980, no recuerda.... lo que si nos afirmo con esa mirada perdida que revive las memorias es que lo vio.

El era joven, ya era conocido por sus viajes y su porte, presencia y forma de hablar (además de su acento argentino) lo hacían una figura controversial y modelo a seguir por muchos jóvenes que aún vivían entre el socialismo, las fuerzas revolucionarias rojas y sindicatos. Pero ese día no pudo dar mas que unas cuantas palabras a sus iguales cuando las fuerzas del orden llenaron tierra y aire con gas lacrimógeno.
La huida era inevitable pero aún más importante era sacar a la lengua viva de la juventud. Las chicas fueron separadas mientras los muchachos demoraban la labor policial. Fue entonces que el Che quedó en manos de las mujeres, quienes lo vistieron como mujer... obviamente, la época en que aún no tenía bigote y su incipiente barba no ocultaba ese joven rostro que recién descubría su continente.

Así escapó el Che, vestido como estudiante universitaria y caminando entre las chicas de San Marcos. Se perdió entre la multitud y ese día escapó como muchas más veces lo haría después de la muerte.

Mi gaseosa se quedo sin gas para cuando terminó el relato con detalles personales, pero me quedaron los ojos brillantes. Esos recuerdos tienen un gusto a gloria, a juventud y a una revolución que más que armas implicaba mentalidad abierta. Eran los días de la izquierda contra la derecha, cuando todo se ponía en duda y se debatía... cuando los jóvenes tuvieron voz.

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